La atención precoz, atención temprana, tiene que ver con una serie de métodos, muchas veces incluidos en programas específicos, que intentan obtener la potenciación máxima de las posibilidades físicas y mentales de un niño, casi siempre entre las edades de
Aunque antes podía decirse que a través de la atención precoz se buscaba estimular al niño mediante el mayor número de estímulos corporales que pudiera recibir, en los últimos años, en cambio, se opta por seguir un conjunto de las bases y técnicas científicas basadas en el amplio conocimiento que se debe tener sobre el desarrollo de los pequeños, en atención a sus factores tanto biológicos, como sociales, culturales y demás.
Estos programas, que normalmente tienen fines preventivos y de tratamientos específicos, van dirigidos sobre todo a pequeños, desde su nacimiento hasta su ingreso en la escuela primaria a los seis años, que debido a sus condiciones biológicas o psicosociales presentan trastornos en su desarrollo o se estima que tienen riesgo de padecerlos.
Muchas de las claves que pueden modificar la forma en la que se llevan a cabo estos tratamientos de atención precoz tienen que ver con la familia y el entorno del niño, mediante los cuales se intenta formar constante información sobre el desarrollo del tratamiento.
Entre las alteraciones y trastornos del desarrollo que más normalmente justifican la aparición en escena de estos tratamientos de atención precoz, podemos diferenciar siete tipologías: los de desarrollo motriz, cognitivo, sensorial, del lenguaje, del desarrollo en sí mismo, de la conducta, y emocionales.
Normalmente, los más fáciles de detectar son los relacionados con el desarrollo motriz, situación en la que se considera que la patología afecta a nivel de vías, centros o circuitos nerviosos implicados en la motricidad. Aquí se incluyen formas y grados de parálisis cerebral, espina bífida, miopatías, etc. y también diferentes disfunciones motrices menores, como retardo motriz, hipotonía y demás.
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